sábado, 27 de diciembre de 2014

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Hace rato que no logro
adivinarte los pasos,
y te me vas entre sombras
de calles que ni conozco.
Y si no te llamo a gritos
es porque simplemente
se pisan los cordones
las palabras que no sé decirte.
Y a pesar de que te espero
en cada esquina que doblas
al mundo y sus trajines
nos venció la distancia.

Y si bien uno se amolda

a convivir con ausencias,
te cuento que duele un poco
esto de que me duelas.

Deberíamos haber negociado

cada súbito desencuentro,
para entre tanto laberinto
acordar casualidades.

Ahora quizás es tarde

entre tanto tiempo eterno,
y habrá que acostumbrarse
a hacer el amor a deshoras.

Lo atroz es cuando en las noches

mis manos no te consiguen,
y de tanto saberte de memoria
ya no me sale inventarte.